Me dijo: Pon tus tristezas en la negra, y todas tus alegrías en la dorada.
Seguí estas palabras y en ambas cajas tristezas y alegrías guardé respectivamente.
A pesar de que la dorada se hacía más pesada día a día, la negra era tan ligera como antes...
Llena de curiosidad, abrí la caja negra para ver lo que ocurría, y vi en el fondo de la caja un agujero por donde mis tristezas habían desaparecido.
Se la mostré a Dios y le dije:
Me pregunto ¿dónde están mis tristezas?
Y con una tierna sonrisa me respondió:
"Hija mía, todas ellas están aquí conmigo".
Le pregunté: Dios mío, ¿por qué me diste las cajas?
¿Por qué la dorada, y la negra con agujero?
Y él me respondió: "Hija mía, la dorada es para que tomes en cuenta todas tus bendiciones, la negra es para que puedas olvidar"
Me pregunto ¿dónde están mis tristezas?
Y con una tierna sonrisa me respondió:
"Hija mía, todas ellas están aquí conmigo".
Le pregunté: Dios mío, ¿por qué me diste las cajas?
¿Por qué la dorada, y la negra con agujero?
Y él me respondió: "Hija mía, la dorada es para que tomes en cuenta todas tus bendiciones, la negra es para que puedas olvidar"